agosto 16, 2006

AIRE DE CIUDAD

Este fin de semana estuve de visita en Valparaíso, mi ciudad natal y respire aire de ciudad nuevamente.

A pesar de que Valparaíso se ha transformado en una ciudad de amor y odio, donde no es fácil vivir, hay que consignar que este se convirtió, también, en un sector que es parte de una gran ciudad que es mayor, el gran Valparaíso. En este sentido, uno puede vivir y respirar ciudad.

Gran parte del tiempo estuve de visita en la casa de mis papas, sin embargo, nos dimos el tiempo de salir a pasear por la ciudad (ciertamente, pasear por una ciudad), visitando el remodelado sector costero al Sur de Valparaíso, recorriendo el camino cintura y, posteriormente, llegando hasta la Av. Perú en Viña.

Tras esto, entendí en gran parte cual fue el sentimiento que me llevo a vivir fuera de la ciudad de Rancagua, haciéndole el quite a sus falencias, a su desordenado habitar.

Si en Rancagua hubiese vida de barrio la cosa seria de otro modo y es posible que por la dinámica de la industria que mueve la ciudad, esta vida de barrio no haya tenido el desarrollo de una ciudad de verdad (pensando en la mina El Teniente, Sewel, la actividad agrícola); dicho de otro modo, la ciudad se ha desarrollado a través de la aparición continua de villas de trabajadores que se han instalado sin sentido de barrio.

En síntesis, lo que uno extraña es la continuidad urbana, la continuidad espacial de la ciudad. Tengo la sensación de una ciudad que necesariamente debe ser vivida desde el auto; quizás esto también explique que en todas las cuadras que conforman el damero centro exista un cuidador que maneja un comercio bastante informal, parado todo el día en algún sector de la cuadra y que corre a cobrarnos cuando nos vamos, pero que no aparece si a nuestro vehículo le ha pasado algo. Puedo entender la falta de oferta cultural, el comercio de oferta limitada, la proliferación de actividad ambulante, en parte, por una baja densidad de la población.

Es en este punto donde quiero sustentar mi reflexión, la baja densidad poblacional de la ciudad. Basta recorrer Rancagua para constatar lo sobre extendido que puede ser su radio urbano, donde, el crecimiento desmesurado a generado la extensión de las distancias, la extensión de los servicios básicos, el aumento de los tiempos de desplazamiento; sin embargo, lo otro que inevitablemente va sucediendo es que las principales actividades se van alejando gradualmente del centro de la ciudad, haciendo que pierda su sentido cívico; por otro lado, los altos costos de mantención impiden que las vías de acceso, secundarias y principales se conserven en buen estado, y la sobre extensión de los servicios suben el costo de nuestra vida; es una ciudad diluida.

El día martes, bajando desde Machalí, donde decidí ir a vivir cuando me vine a Rancagua, Miguel Ramírez me hizo pensar en esto; la avenida Miguel Ramírez y la mantención que tendré que hacer a mi camioneta por el mal estado del camino. Realmente, si Rancagua fuese una ciudad que cuida su crecimiento, que se planifica, que decide su destino y no lo improvisa, yo viviría ahí…por ahora, vivo en el campo, vivo en Machalí y, en mi largo recorrido cotidiano, mi paisaje es la desaparición de la valiosa tierra agrícola.

2 Comments:

Blogger Mochilero en Transito said...

Me parece muy interesante lo que escribiste, pero desde mi punto de vista una ciudad se vive a pie.
Coincido con el tema de la extensión y agrego que las poblaciones están contruídas sin proyección positiva.
Para los que caminamos, en muchos sectores de la ciudad no hay veredas y en el damero son estrechísimas.

saludos

3:16 p. m.  
Blogger vlv said...

...cierto, amigazo, aunque mi intención no es decir que la ciudad se debe vivir desde el auto, todo lo contrario, lo triste, justamente es la individualización que el auto, como un remedio único en una ciudad como Rancagua, provoca...diluyendo la posibilidad del hombre de "vivir la sociedad"


saludos

8:34 a. m.  

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